30 abril 2008

Inwë

Título: Inwë~ Caminando en las sombras
Autora:  Nillossiel, Lilith
Género: Romance * Tragedia
Rango: Para todas las edades

Dedicado a: Min. Feliz cumpleaños!

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Caminando con las sombras

Desde que mis ojos se abrieron por primera vez marcando así el inicio de lo que llaman vida, mi existencia se volvió turbia y distante. Yo, que había existido siendo parte del polvo de estrellas en lo alto del firmamento, hoy me encuentro viviendo en el mundo mortal. ¿Con qué propósito me hicieron tomar forma de un cuerpo etéreo?

Todas las hadas tienen su propósito: dar olor a las flores, enseñar a los pájaros a cantar, pintar a las mariposas con exóticos colores, cuidar de los árboles y plantas, darle un don a los hijos de los hombres… ¿Cuál es mi deber? ¿Por qué estoy aquí?

No lo sé, no sé que hago aquí y no comprendo por qué si las hadas que cantan también pueden revolotear con las mariposas y las que pintan sus colores pueden apreciar el suave aroma de las flores a plena luz de primavera… por qué las hadas que regalan esos aromas a las flores pueden ir a observar el bautismo de los hijos del hombre y… por qué yo tengo que limitarme a observarlos desde lejos… desde las sombras, sin que me noten.

Que no te espante mi aspecto si logras verme a través de las cortinas que forman las tinieblas sobre tu camino. Muchos han huido al ver mi pálido rostro y mirada perdida. No te preocupes… no soy la muerte y si lo fuera, no te avisaría ni te daría el gusto de contemplarme. Pero si lo deseas, preocúpate porque si no te das cuenta puedo guiarte hasta ella.

Después de vagar por largo tiempo sobre los dominios de la noche, veo al infinito y me pregunto por qué me alejaron del firmamento desgarrando mi sonrisa y arrancándola de mi rostro. ¿Qué hice mal para que me condenaran al olvido sometiéndome al dolor y la desdicha?

Mientras otros ven los hermosos colores del día yo debo limitarme a bañarme en lágrimas y llenándome de sollozos. Mientras mis hermanas prueban las delicias de la felicidad yo debo conformarme con probar el goce de la soledad.

El sólo recordar, lejanamente lo que la felicidad significa me hace estremecer y desear volver allá arriba. Observar mientras juego con las constelaciones y monto estrellas fugaces. Era más sencillo prestar atención a lo que acontecía aquí abajo sin entender su significado que vivir en la tierra sin comprender el por qué, rodeada de gente y sola a la vez.

De nuevo estoy aquí, iluminada por la luz de la luna, la única que se atreve a verme sin temer pues las flores se ocultan, las aves duermen y las mariposas se han desvanecido, esperando el reconfortante calor de un nuevo amanecer. Una vez más, estoy aquí sin saber cual es mi deber.

Aún no entiendo por qué he de salir sólo en las noches y de día únicamente en breves momentos. No comprendo la razón de que la oscuridad me siga a donde voy. ¿Por qué? ¿Si allá donde vivía la luz era mi eterna compañía hoy huye de mí dejando que la oscuridad sea ahora mi amiga?

Estoy a punto de quedarme dormida sobre la suave hierba cobijada con mis largos cabellos ébano, arrullada por el suave murmullo del viento sobre las hojas, cuando tú te acercas a mí.

Es curioso que siendo de las criaturas más temidas del mundo vengas a mí sin provocar que resurja en mí el miedo acumulado por las historias que de otros escucho. La muerte, descrita regularmente cómo una calavera oculta con un fino velo, apuntando a su víctima con una gran hoz no es más que una bellísima mujer de largos cabellos negros y sus ojos, profundos y oscuros como una noche sin luna, piel pálida casi translúcida y una mirada… una mirada tan reconfortante que invita a seguirla y ser resguardada en su regazo.


—Ven con migo — me dices con voz casi imperceptible —debes ver algo.


Esa curiosidad que siempre ha sido parte de mí no pudo ser controlada y emocionada de salir de la rutina seguí a esa hermosa dama.

Cuál fue mi sorpresa al llegar a una fría y desolada habitación donde una niña estaba postrada en cama respirando con dificultad.

¿Por qué me ha traído aquí?pregunto desconcertada.

—Aún no es tiempo.
Me respondió con una voz que denotaba tristeza y se alejó envuelta en neblina sin dejar de dirigirme esa estremecedora sonrisa, sin embargo no parecía muy feliz. Como no sabía que hacer me dispuse a acompañar a ese desdichado ser que tenía frente a mí.

Durante la noche la pequeña niña gemía de dolor. Durante el día la observaba desde un lejano rincón, me extrañó mucho que en su condición nadie fuera a verla.

La noche llegó nuevamente y yo pude pasear libremente por todo el cuarto. A media noche, la niña abrió los ojos, me vio sentada a sus pies y sus labios dibujaron una sonrisa llena de tranquilidad.

—Gracias por acompañarme.

Fue lo único que me dijo antes de cerrar los ojos y dar el último exhalo de vida. La muerte, silenciosa y sigilosa como siempre, apareció de repente.

—¿Ves? Ya no hay dolor.

Me dijo sonriente, con el rostro iluminado de algo similar a la felicidad pero con los vestigios que ha dejado el dolor. La dama se acercó y, mientras cogía de la cama una pequeña esfera de luz tornasol desvaneciéndose con la llegada de los primeros rayos del amanecer, tarareaba algo que me recordaba a una canción de cuna.

A la noche siguiente, la dama negra fue una vez más junto a mí y me llevó al pie de un alma agonizante.

Después de varios sucesos similares, me encuentro ahora dentro del tronco de un árbol recordando cada instante de esos eventos, extraños y nuevos para mí. Como una descarga eléctrica una sensación de bienestar inunda mi ser. Sonrío para mí y abrazo al búho que esta dormitando a mi lado.

¡Por fin lo he comprendido!… mi deber era ese, dar sombra a los hombres que necesitan refugiarse del ardiente sol, formar un abrigo para aquellos que necesiten esconderse, mi deber es proteger a los caminantes de la noche y a los habitantes de las sombras. Acompañarlos en su larga travesía y convertirme en su amiga y confidente.

Advertirles a los hombres del peligro de la oscuridad, enseñarle a sus corazones a confiar en la soledad y sobre todo, mi deber era hacer sentir cómodos a las personas que sucumbían lenta y dolorosamente a la fuga de la vida y hacer que recibieran a la Muerte sin temor.

Por fin descubrí quien soy. Soy Inwë, el hada de las sombras.

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Sé que no es la gran cosa pero este es mi regalo para mi amiga Min n_n el hada del las sombras Inwë con esto le digo ¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!! OMEDETO GOZAIMASU JASMIN-CHAN. Repito, no es la gran cosa pero lo hice con mucho cariño, no me resistí y se lo di antes pero la intención es la misma. Te envío un abrazototototote y espero pases un muy muy feliz cumpleaños n_n

29 abril 2008

Hay que ser diferentes, no indiferentes

Es curioso como hay gente que se jacta de ser participativa, tolerante, amistosa, sincera... pero cuando llega la hora de demostrar lo participativo que se puede ser, mostrar que respetalas opiniones de los demás aunque no crea en esa ideología, que es capaz de dar amistad incondicional y demostrar compañerismo; el castillo de naipes que ha creado con cada una de las mentiras que dice odiar se derrumba ante la actitud negativa, prepotente, llenando el ambiente con su antipatía.

Esto es algo que yo veo casi todos los días. Darle la espalda a creencias que no son tuyas pero corresponden a un bien mayor. No es raro ver que dentro de los salones de clase se formen pequeños grupos, tampoco es anormal saber que hay diferencias marcadas entre cada uno de ellos, pero eso no significa que, necesariamente, haya una enemistad. Sin embargo, no siempre se puede llevar una relación amistosa.

Ya me desvié un poco de lo que realmente quería comentar. Me llama mucho la atención que en nuestras clases algunos nos quejamos sobre lo que sucede en el país y no lo relacionamos con lo que sucede en las aulas. ¿cómo esperamos que haya una participación ciudadana si no hay participación estudiantil?

Somos estudiantes esperando generar cambios, pero a veces somos antipáticos y negativos, queremos hacer conciencia sin ser conscientes. Somos incapaces de crear curiosidad e interés y luego nos preguntamos por qué las cosas no funcionan, sin darnos cuenta que no podemos transmitir algo que nosotros mismos no nos creemos.

Hacemos congresos, foros, debates, conferencias y nos enojamos porque la gente no se ve atraída cuando nosotros no damos el máximo para generar nuevas expectativas. En exposiciones hablamos bonito pero cuando se trata de actuar... se nos olvida lo dicho, negamos lo aprendido. Somos insensibles y nos cuesta trabajo creer que otros lo sean, molestándonos su cruel indiferencia.

Durante años y años de historia podemos ver cómo hay gente que ha luchado por seguir sus creencias, decir lo que piensan arriesgando todo y pidiendo a cambio que se les escuche. Hoy, las voces que se manifiestan se escuchan a lo largo y ancho del país, pero son sofocadas por aquellos que se dicen ser medios de comunicación, opacadas por el silencio generado por millones de personas que piensan “para qué, si no se consigue nada, es una pérdida de tiempo” pero de esa forma dejamos ahogar nuestra voz permitiendo y dándole esa apertura a los gobernantes para que hagan con nuestro país y con su gente lo que se les de la gana, total, ya le hemos dado el consentimiento para ello.

Si realmente queremos hacer la diferencia debemos comenzar con cambiar nuestra actitud.
Hay que ser DIFERENTES no INDIFERENTES
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